La agricultura de conservación, según Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), comprende una serie de técnicas que tienen como objetivo fundamental conservar, mejorar y hacer un uso más eficiente de los recursos naturales mediante un manejo integrado del suelo, agua, agentes biológicos e insumos externos.
La práctica de una agricultura de conservación es beneficiosa para la agricultura, el medio ambiente y el agricultor. Se busca la conservación máxima del suelo, un recurso no renovable, ya que el verdadero problema de la agricultura es su pérdida y degradación.
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Cultivo ecológico de arándano |
Para evitar la pérdida de suelo hay que adoptar técnicas como la reducción y minimización de labores (de arado y labranza), la rotación de cultivos (implica un cambio en los tipos de raíz de los cultivos), el uso racional de fertilizantes químicos, la utilización de los restos vegetales de las cosechas como medio natural de protección y fertilización de los suelos, consiguiendo aumentar sus niveles de materia orgánica, mejorando su estructura de los mismos y manteniendo la productividad de los cultivos.
Resultados objetivos
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Cultivo maiz dulce |
•Se mantiene la producción durante más años.
•Se logra mantener la propiedad del suelo como sumidero de carbono para reducir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera como contingencia al cambio climático.
•Se reducen las emisiones de CO2 a la atmósfera como consecuencia directa de la disminución de labores y el uso de maquinaría.
•Se reduce la contaminación del suelo.
•Se incrementa la capacidad de retención eficiente de agua en los suelos y se evitan las escorrentías superficiales.
•Se aumentan los márgenes económicos por hectárea.
•Se logra mantener la propiedad del suelo como sumidero de carbono para reducir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera como contingencia al cambio climático.
•Se reducen las emisiones de CO2 a la atmósfera como consecuencia directa de la disminución de labores y el uso de maquinaría.
•Se reduce la contaminación del suelo.
•Se incrementa la capacidad de retención eficiente de agua en los suelos y se evitan las escorrentías superficiales.
•Se aumentan los márgenes económicos por hectárea.
La agricultura de conservación es un sistema de producción agrícola sostenible que comprende un conjunto de prácticas agrarias adaptadas a las condiciones locales de cada región y a las exigencias del cultivo, cuyas técnicas y el manejo del suelo evitan que se erosione y degrade, mejoran su calidad y biodiversidad y contribuyen al buen uso de los recursos naturales, como el agua y el aire, sin menoscabar los niveles de producción de las explotaciones.
Prácticas que la integran
Cubiertas
Práctica en cultivos leñosos, en la que al menos, un 30% de la superficie del suelo libre de copa, se encuentra protegida por una cobertura viva o inerte.
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Cubierta vegetal en olivo |
Siembra directa
La siembra directa (o agricultura sin labranza) es una práctica agrícola en cultivos anuales, en la que no se realizan labores; al menos el 30% de su superficie se encuentra protegida por restos vegetales, y la siembra se realiza con maquinaria habilitada para sembrar sobre los restos del cultivo anterior.
La siembra directa (o agricultura sin labranza) es una práctica agrícola en cultivos anuales, en la que no se realizan labores; al menos el 30% de su superficie se encuentra protegida por restos vegetales, y la siembra se realiza con maquinaria habilitada para sembrar sobre los restos del cultivo anterior.
Mínimo laboreo
Práctica en cultivos anuales, en la que las únicas labores de alteración del perfil del suelo que se realizan son de tipo vertical y que permitan que, al menos, entre el 20% y 30% de su superficie se encuentre protegida por restos vegetales.
Más información en: FAO
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