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viernes, 31 de mayo de 2013

Las leguminosas, como valor nutricional para el suelo

El uso de especies leguminosas que mejoren el suelo es ampliamente conocido por los agricultores. El denominado “abonado en verde” (que incluye a las leguminosas, entre otras) supone la utilización de cultivos de vegetación rápida, que se cortan y entierran en el mismo lugar donde han sido sembrados y que están destinados a mejorar las propiedades físicas del suelo, enriquecerlo con un “humus joven” de evolución rápida, además de otros nutrientes minerales y sustancias fisiológicamente activas, así como a activar la población microbiana del suelo.

Cuajado de habas
Aunque se pueden utilizar un número considerable de especies vegetales como abonos verdes, entre las familias de plantas más utilizadas para tal fin destacan las leguminosas, dada su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico, en favor de los cultivos siguientes.

En líneas generales, los efectos favorables del abonado verde no acaban en el aspecto nutricional sobre el vegetal, sino que alcanzan a todos los componentes relacionados con la fertilidad global del suelo agrícola ya que:

• Estimulan de forma inmediata la actividad biológica y mejoran la estructura del suelo, por la acción mecánica de las raíces, por los exudados radiculares, por la formación de sustancias prehúmicas al descomponerse y por la acción directa de las células microbianas y micelios de hongos.

• Protegen al suelo de la erosión y la desecación durante el desarrollo vegetativo, y mejoran la circulación del agua en el mismo.

Campo de guisantes
• Aseguran la renovación del humus estable, acelerando su mineralización mediante el aporte de un humus más "joven" y más activo.

• Enriquecen al suelo en nitrógeno e impiden en gran medida la lixiviación del mismo y de otros elementos fertilizantes.

• En su descomposición, se liberan o sintetizan sustancias orgánicas fisiológicamente activas, que tienen una acción favorable sobre el crecimiento de las plantas y su resistencia al parasitismo.

• Limitan el desarrollo de malezas, directamente por el efecto de la cubierta vegetal en sí misma e indirectamente porque ciertos abonos verdes tienen poder desherbante, como el alforfón (Fagopyrum esculentum), o la facelia (hacelia tanacetifolia).

Más información en: ABC Agro

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