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jueves, 13 de septiembre de 2012

Disrruptores endocrinos, tóxicos presentes en productos cotidianos




Los disruptores o interruptores endocrinos (EDCs por sus siglas en inglés) son sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal del organismo, tanto en los seres humanos como en los animales. Son responsables de múltiples funciones vitales como el crecimiento, el desarrollo sexual, etcétera. Al imitar o alterar el efecto de las hormonas, los EDCs pueden envíar mensajes confusos al organismo ocasionando diversas disfunciones. Lechugas, tomates, pepinos o manzanas son algunos productos naturales en los que se ha localizado una mayor cantidad de este tipo de disruptores, por lo que los consumidores, según un estudio publicado por Pesticide Action Network Europe (PAN Europe) sobre datos de la European Food Safety Authority (EFSA), la autoridad europea de seguridad alimentaria, están potencialmente expuestos hasta a 30 sustancias químicas diferentes que pueden provocar efectos muy negativos en la salud, puesto que que alteran el sistema hormonal.

Durante los 90, un grupo de científicos descubrieron alteraciones en el desarrollo y malformaciones que ocurrían con mayor frecuencia en ambientes con importante contaminación industrial, así como que estas alteraciones estaban vinculadas a un grupo de sustancias químicas que imitaban la acción de las hormonas. Estos químicos, denominados disruptores endocrinos, interfieren en el sistema endocrino del organismo.

Una de las primeras sustancias identificada como disruptor endocrino fue el pesticida DDT (diclorodifeniltricloroetano). Tras la contaminación del lago Apokpa (Florida) por DDT, la población de caimanes del Mississippi (Alligator mississippiensis) se redujo hasta un 90%. Penes pequeños y malformaciones en los testículos dieron lugar a una disminución de la fertilidad, mayor mortalidad de los embriones, y finalmente menos bebés cocodrilo.

Existe una amplia evidencia científica que vincula los disruptores endocrinos con distintas enfermedades crónicas, como problemas de fertilidad, cánceres de tipo hormonal (por ejemplo, de mama o de próstata), daños cerebrales, obesidad o diabetes. "Lo más preocupante es que estamos hablando de enfermedades cada vez más frecuentes en Europa", tal y como explica Nadia Bennich, responsable de la campaña en España. "Aunque se han logrado ciertos avances para eliminar los disruptores endocrinos de cosméticos, biberones y juguetes, la presencia de estos contaminantes en los alimentos se está pasando por alto y eso es francamente alarmante", advertía hace unas semanas.

Las normas comunitarias actuales sobre pesticidas no contienen ningún criterio específico que defina qué sustancias son consideradas disruptores endocrinos. Un muestra de que la legislación va por detrás de las advertencias de la comunidad científica. Sobre todo, teniendo en cuenta los efectos que una dosis baja de disruptores endocrinos puede tener sobre la salud humana a largo plazo. La Comisión Europea tiene previsto resolver esta situación de cara a diciembre de 2013.


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