SEIPASA
Os presentamos las principales ventajas de la agricultura orgánica en el cuidado del medioambiente, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Sostenibilidad a largo plazo. Muchos de los cambios
que se han observado en el medio ambiente son de largo plazo y lentos.
La agricultura orgánica toma en cuenta los efectos a mediano y a largo
plazo de las intervenciones agrícolas en el agroecosistema. Se propone
producir alimentos a la vez que se establece un equilibrio ecológico
para proteger la fertilidad del suelo o evitar problemas de plagas. La
agricultura orgánica asume un planteamiento activo en vez de afrontar
los problemas conforme se presenten.
Suelos. En la agricultura orgánica
son fundamentales las prácticas de enriquecimiento de los suelos, como
la rotación de cultivos, los cultivos mixtos, las asociaciones
simbióticas, los cultivos de cubierta, los fertilizantes orgánicos y la
labranza mínima, que benefician a la fauna y la flora del suelo, mejoran
la formación de éste y su estructura, propiciando sistemas más
estables. A su vez, se incrementa la circulación de los nutrientes y la
energía, y mejora la capacidad de retención de nutrientes y agua del
suelo, que compensa que se prescinda de fertilizantes minerales.
Estas
técnicas de gestión también son importantes para combatir la erosión, se
reduce el lapso de tiempo en que el suelo queda expuesto a ésta, se
incrementa la biodiversidad del suelo y disminuyen las pérdidas de
nutrientes, lo que ayuda a mantener y mejorar la productividad del
suelo. La emisión de nutrientes de los cultivos suele compensarse con
los recursos renovables de origen agrícola, aunque a veces es necesario
añadir a los suelos potasio, fosfato, calcio, magnesio y oligoelementos
de procedencia externa.
Agua. En muchas zonas agrícolas es
un gran problema la contaminación de las corrientes de agua subterráneas
con fertilizantes y plaguicidas sintéticos. Como está prohibido
utilizar estas sustancias en la agricultura orgánica, se sustituyen con
fertilizantes orgánicos (por ejemplo: compostas, estiércol animal, abono
verde) y mediante el empleo de una mayor biodiversidad (respecto a las
especies cultivadas y a la vegetación permanente), que mejoran la
estructura del suelo y la filtración del agua.
Los sistemas orgánicos
bien gestionados, con mejores capacidades para retener los nutrientes,
reducen mucho el peligro de contaminación del agua subterránea. En
algunas zonas donde la contaminación es un gran problema, se alienta la
adopción de la agricultura orgánica como medida de restablecimiento del
medio ambiente (por ejemplo, por los gobiernos de Francia y Alemania).
Aire. La agricultura orgánica
reduce la utilización de energía no renovable al disminuir la necesidad
de sustancias agroquímicas (cuya producción requiere una gran cantidad
de combustibles fósiles). La agricultura orgánica contribuye a mitigar
el efecto de invernadero y el calentamiento del planeta mediante su
capacidad de retener el carbono en el suelo. Muchas prácticas de gestión
utilizadas por la agricultura orgánica (como la labranza mínima, la
devolución de los residuos de las cosechas al suelo, la utilización de
cubiertas vegetales y las rotaciones, así como la mayor integración de
leguminosas que contribuyen a la fijación del nitrógeno), incrementan la
devolución de carbono al suelo, lo que eleva la productividad y
favorece el almacenamiento de carbono.
Biodiversidad. Los agricultores
orgánicos son guardianes de la biodiversidad a la vez que la utilizan,
en todos los niveles. En el plano de los genes, prefieren las semillas y
las variedades tradicionales y adaptadas, por su mayor resistencia a
las enfermedades y a las presiones del clima.
En el plano de las
especies, diversas combinaciones de plantas y animales optimizan los
ciclos de los nutrientes y la energía para la producción agrícola.
En
cuanto al ecosistema, mantener zonas naturales dentro y alrededor de los
campos de cultivo, así como que no se utilicen insumos químicos,
propician un hábitat adecuado para la flora y la fauna silvestres. La
utilización frecuente de especies subutilizadas (a menudo como cultivos
de rotación para restablecer la fertilidad del suelo) reduce la erosión
de la agrobiodiversidad y crea una reserva de genes más sana, que es la
base de la futura adaptación. Al proporcionarse estructuras que ofrecen
alimento y abrigo, y al no utilizarse plaguicidas, se propicia la
llegada de especies nuevas (de tipo permanente o migratorio) o que otras
anteriores vuelvan a colonizar la zona orgánica, especies de flora y de
fauna -como algunas aves- y organismos benéficos para el sistema
orgánico, como polinizadores y depredadores de las plagas.
Organismos modificados genéticamente.
La utilización de OMG en los sistemas orgánicos no se permite en etapa
alguna de la producción, elaboración o manipulación de alimentos
orgánicos. Como no se conocen cabalmente las posibles repercusiones de
los OMG en el medio ambiente y en la salud, la agricultura orgánica está
adoptando una perspectiva de precaución y prefiere fomentar la
biodiversidad natural.
La etiqueta orgánica, por lo tanto, asegura que
no se hayan utilizado OMG intencionalmente en la producción y
elaboración de los productos orgánicos. Esto no lo pueden garantizar los
productos ordinarios ya que en la mayor parte de los países todavía no
se exige mencionar en las etiquetas la presencia de OMG en los productos
alimentarios. Sin embargo, como cada vez se utilizan más OMG en la
agricultura común y corriente, y debido al método de transmisión de los
OMG en el medio ambiente (por ejemplo, a través del polen), la
agricultura orgánica no podrá asegurar que los productos orgánicos
carezcan por completo de OMG en el futuro. En la publicación de la FAO Los organismos modificados genéticamente, los consumidores, la inocuidad de los alimentos y el medio ambiente se presenta un análisis detallado de los OMG.
Servicios ecológicos. Las
repercusiones de la agricultura orgánica en los recursos naturales
favorecen una interacción con el agroecosistema vital para la producción
agrícola y para la conservación de la naturaleza.
Los servicios
ecológicos que se obtienen son: formación, acondicionamiento y
estabilización del suelo, reutilización de los desechos, retención de
carbono, circulación de los nutrientes, depredación, polinización y
suministro de hábitat. Al preferir productos orgánicos el consumidor
promueve, con su poder de compra, un sistema agrícola menos
contaminante. Disminuyen los costos ocultos de la agricultura para el
medio ambiente, desde el punto de vista de la degradación de los
recursos. Una reciente publicación de Jules Pretty, The Real Costs of Modern Farming analiza con mayor detalle muchas de estas cuestiones.
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